
“El fagot me escogió a mí”: Ema, la niña que toca con el alma, se educa desde casa y sueña en grande
A Ema no le tembló la voz ni el corazón cuando dijo: “Es mi instrumento, lo sentí, el fagot es tan único como yo”

Valentina Rueda Correa tiene 20 años, pero su alma ha vivido muchas vidas a través del arte.

A las 5:30 de la mañana, cuando muchos aún luchan por salir del sueño, Kelly ya está de pie.

En una ciudad que despierta al ritmo del tráfico y los sueños pendientes, Luis Libardo Flórez Medina, conocido como Bayo, empieza su día con un pensamiento recurrente:

Antes de que los primeros niños lleguen a clase, Juliet ya ha vivido un pequeño concierto interior.

En la Escuela Municipal de Artes de Bucaramanga, los miércoles, jueves, viernes y sábados tienen algo especial: se llenan de puntas, pas de bourrée y sueños de niñas

A las seis de la mañana, Luis Libardo Florez Medina, conocido por todos como el profesor Bayo, abre los ojos en su casa del barrio Campo Hermoso.

Angélica Espitia Mejía no necesita reflectores para brillar. Ella es la luz que enciende el escenario, la que dirige la escena y, sobre todo, la que inspira sin necesidad de decirlo en voz alta

María José tiene siete años, estudia en el colegio Normal Superior, y lleva apenas tres meses aprendiendo a tocar bajo eléctrico en la Escuela Municipal de artes y oficios de Bucaramanga -EMA-.

A las nueve en punto, en los pasillos de la EMA, aparece una figura serena con una mirada que lo dice todo: paciencia, firmeza, pasión.

Son las ocho de la mañana y Alfredo Angarita inicia su rutina con una taza de café y una mirada rápida al correo electrónico

Por años, Beatriz Blanco de González vivió entre el ir y venir de la vida cotidiana en El Socorro, Santander, ocupada en su negocio y en las responsabilidades que trae consigo una familia.

En su apartamento del barrio San Francisco, entre lienzos impregnados de historia y pinceles que han surcado incontables colores, Blanca Cecilia Ardila Serrano desafía el tiempo con cada trazo.

Bucaramanga la recibió con los brazos abiertos. Emanuela Benítez Montenegro llegó a la ciudad hace cinco meses y a sus 28 años encontró en la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Bucaramanga -EMA-

En una esquina del Centro Cultural del Oriente, entre el ir y venir de estudiantes, un aroma irresistible a pan recién horneado se mezcla con el murmullo de voces ensayando líneas de una obra.

En un rincón humilde del barrio La Esperanza II, en Regaderos al norte de Bucaramanga, en una habitación pequeña donde la vida cabe solo con lo esencial,

En el corazón del barrio Ciudadela Real de Minas, entre amaneceres que suenan a flauta y noches que vibran con su bello entorno familiar, Jennifer Natalia Ruiz Machuca desafía los límites que la vida intentó imponerle.
En la penumbra de su habitación, donde el único sonido era el murmullo de la televisión encendida en el fondo, Mariana Jaimes pasaba sus tardes en la soledad de una pantalla.

Omar Gómez Guerrero nunca imaginó que un simple día de curiosidad cambiaría el rumbo de su vida. Un cartel en la taquilla del Teatro Santander captó su atención: “Teatro Escuela”.
Zulma Osorio siempre tuvo el arte dentro de ella. Desde niña, le llamaban la atención los colores, las formas y las texturas, pero nunca lo vio como un camino claro.

El Coro Infantil de la Escuela Municipal de Artes y Oficios de Bucaramanga, -EMA- conquistó al público bumangués

